Mucha
gente pasa de ellas, como si fueran algo insignificante. Otros solo les presta
atención para registrarlas bajo la normalidad de lo que aparentemente
representan, sin más complicación final que rellenar los espesos álbumes
turísticos de cada temporada. Están por todas partes, y fotografiarlas en base
a la imaginación, convierte la escena en un fotograma distinto que confiere a
estos objetos, una vida singular y propia, aparentemente inanimados, pero
inmensamente ricos en contenidos. Las estatuas son pues, un mundo aparte,
propio, como afirmaría un buen observador, ya que dentro de su estructura
externa, encierran increíbles secretos. SIN ESAS
PIEDRAS NO EXISTIRIA PARTE DE LA CULTURA HUMANA.
A
lo largo de la evolución, el ser humano ha aprendido a observar lo que le rodea
y a dar forma a los elementos que se encuentran a su alrededor, entre ellos,
las piedras, testigos eternos de su periplo por la Historia. Gracias a su
talento, imaginación y habilidades, el ser humano ha aprendido a transformar
dichos elementos para sus fines, es decir, ha sabido interpretar que las
piedras deben tener un sentido distinto de su estado salvaje originario.
Consecuentemente,
debido a sus creencias, hazañas, sentimientos y luchas, la Humanidad ha sido
capaz de dar forma diversa a estos elementos, de conferirles estructuras y
volúmenes concretos, de insuflarles un alma que recogiera todos los valores y
hechos del andar humano por su existencia; así nació la necesidad de generar y
perpetuar esculturas y estatuas, como una necesidad permanente para evocar a
dioses, personajes o conceptos, como la libertad y la justicia, o ser agrupadas
formando conjuntos para representar escenas de acontecimientos, ideas
simbólicas o escenas costumbristas. Algunas simplemente han sido esculpidas para
embellecer lugares especiales o para provocar síntesis artísticas. Son, pues,
una extensión corpórea de los momentos más importantes de la Humanidad.
Su
expresividad plástica y capacidad dramática, sus múltiples significados y
simbologías, son elementos que confieren a las estatuas un interés especial
para ser víctimas del acoso sistemático, del barrido constante de ávidos ojos
fotográficos en busca de belleza y significados. Las estatuas representan los
más diversos valores humanos y los hechos que las han convertido en eternas.
Resaltar sus cromas, sus cielos mediante polarizadores, darles tonalidades
fantásticas a través de filtrajes degradados ante el objetivo, buscar ángulos
distintos a los convencionales para generar perspectivas imposibles de fuerte
impacto, encuadrar sus formas bajo prismas raros, realzar los volúmenes que
poseen, los detalles que encierran para rediseñar una visión chocante del
objeto tratado, controlar la direccionalidad de la luz y la sombras para
matizar texturas y relieves, indagar en ese micromundo de piedra y metal en
busca de impactos que deriven en reflexiones profundas, o bellas
contemplaciones; ese debe ser el trabajo del cazador de imágenes que explora la
dimensión oculta de las estatuas.
TRES CONSEJOS
PARA FOTOGRAFIAR ESTATUAS DE FORMA DIFERENCIAL Y ARTÍSTICA.
Las
estatuas son criaturas vivas pero congeladas en el espacio tiempo, seres que
encierran en su interior todas las vivencias por aquello que fueron cinceladas. ¿Cuál es su peor enemigo fotográfico.
Sin lugar
a dudas, un flash mal empleado capaz de destruir su belleza natural, aplanando la
esencia en pos a una luminosidad artificial y grotesca. El flash sólo es útil
cuando se trata de trabajos de rango profesional, con el uso de matizadores y
difusores apropiados, con equipos de estudio preparados para ello. Por tanto,
siempre se que pueda hay que buscar la luz
natural y su correcta direccionalidad, a fin de construir adecuadamente los
volúmenes y las texturas.
Asimismo recomiendo disponer de excelentes ópticas. Un buen objetivo permite
diversos juegos en la perspectiva, en la dirección de la toma, en la
puntualización de los detalles, pero sobretodo, ofrece la calidad de una excelente
definición. Una imagen sin calidad es como oír mal una canción.
Mover la
cámara es fundamental, es lo que da vida y fuerza a la imagen registrada.
No hay leyes, no hay reglas, la fotografía es transgresión, como todo arte. Un
error, casual o intencionado, puede conducir a una obra maestra. Hay que mover
la cámara, manejarla como un pincel, construir con ella, darle la vida y transmitirle
tus sentimientos. Un ligero desplazamiento cambia el sentido del objeto:
arriba, abajo, de lado, desde el suelo. Inclinado la cámara, poniéndola al revés…
tos lo que la mente imagine debe probarse.
Esperar el momento oportuno. Saber encuadrar. Tomar la distancia adecuada. Buscar la perspectiva idónea. Son cuatro puntos clave para que el objeto inanimado obtenga una vida propia, y se descubra ante el mundo y los ojos de espectador.
¿Mi consejo final? Cuando estemos delante de una estatua, no debemos verla como un bloque de materia concreto, sino como una existencia diferente que trata de decirnos algo. Es vital aprender a detenerse ante ellas y pensar desde
su interior, imaginarlas dentro de ti y ver a través de sus ojos la realidad
que encierran y tratan de decir. Luego, penetrarla con la cámara, por todos
lados, desde cualquier ángulo, diferente, atrevido, siempre controlando la
dirección de la luz, realzando, endureciendo, suavizando o texturizando, sus
curvaturas, sus líneas, todo su geografía como un actor de erotismo sin fin. El
final será una sinfonía apasionada de expresiones y significados distintos.
KarlFM.-
Fotos: KarlFM: Roma (Italia), Barcelona (España)