Una imagen es
una representación de la realidad o de una manifestación imaginaria con el fin
de generar una información visual que, a su vez, puede ser comunicada por
diferentes medios y provocar distintas interpretaciones, estímulos y
reacciones. Cada imagen es el resultado de múltiples
elementos, todos ellos en íntima
interacción, que asumen distintas responsabilidades creativas, técnicas,
personales, y como no, incluso circunstanciales.
La composición de dichos elementos es lo
que facilita el equilibrio de la
imagen en su conjunto. La distribución
de estos elementos se fundamente sobre un soporte imprescindible para que toda
la sinfonía visual suene armónica y a su justo tiempo. Dicha distribución
depende, asimismo, del peso visual
que ejercen los elementos que la componen, es decir, la fuerza óptica que se desprende de su colocación, volumen,
orden y significado.
También es
cierto que, a veces, el mensaje visual no busca ni orden ni perfección, sino más bien todo lo contrario, es decir,
plasmar un caos pretendido y desordenado, que, en su global significado,
transmita respuestas y mensajes opuestos, o bien, sensaciones intencionadamente
dispares. La observación de la naturaleza nos ofrece un abanico infinito de
alternativas donde el caos y el desorden, así como sus adversos, son, dentro y
fuera de sus procesos, imprescindibles y hermosos. Muchos artistas han
encontrado en estos vaivenes extremos motivos inspirativos para generar sus
obras, tal es el caso de la arquitectura de Antoni
Gaudí, donde los elementos naturales cobran una excelencia imaginativa
límites. Por tanto, podríamos decir que los contrarios, a si como sus estadios
intermedios, tienen su encanto y representan una necesidad de existencia sin
los cuales el mundo quedaría cojo y perdería esa parte zigzagueante que
transforma el arte en un vaivén eterno de resultados y sensaciones fascinantes
e infinitas. Todas estas transmisiones, ordenadas y caóticas, parecidas o
distintas, estacionadas o dinámicas… generan respuestas tan dilatables que
convierten el mundo del arte, su contemplación y análisis, en un ente vivo, dios
o monstruo, que hipnotiza a las criaturas que caen bajo sus garras, desde el
propio artista, hasta el analista de sus sintaxis o consumidor final.
Normalmente nos
empeñamos en clasificar las cosas según el encaje de nuestra embotada
perspectiva de la realidad, el bagaje aprendido nos marca como un martillo que
golpea un clavo hasta dejarlo sin la posibilidad de ser extraído, ese golpeo
constante educativo hace que el ser humano caiga en el metodismo y el orden
para dar sentido a su caótico estado de vida. Pero el arte no tiene fronteras,
no entiende de leyes, anda suelto por los abismos y los paraísos, y sólo quien
ve sus creaciones es quien intenta buscar y aplicar los principios que revelan
postulados analizables e identificables. El arte surge del alma, de una
simbiosis perfecta entre sentimiento y raciocinio, entre necesidad y
permanencia, entre tesis y antítesis, por ello, jamás debe ser esclava de la
realidad o fantasía de la cual se alimenta, si servil ni víctima de los que
pretenden diseccionarla para ver sus entrañas. Cada artista define el principio,
desarrollo y final de su obra, el sentido que tendrá, el mensaje que busca
transmitir, pero a veces todo esto, se viene abajo, porque la obra nace sin
ningún rasgo predeterminado, sin ciencia ni teorética, sino más bien como un
fruto insaciable de espontaneidad. Cuando esto ocurre, no existen arquitecturas
ni ingenierías que sostengan un plan previo en el diseño, todo es producto de
un flash, de una inspiración quizás
venida de una dosis de genialidad, de
una tragos de Absenta o simplemente
porque aquel día el artista tenia la combinación de neuronas adecuadas para
producir el Big Bang creativo.
Según la Teoría de la Imagen, el equilibrio en las
composiciones se logra mediante el uso adecuado de las líneas y las formas,
ubicando los pesos visuales en su
justa medida y proporcionalidad, a fin de obtener una composición equilibrada e
ideal respecto a los ejes y segmentos que las dividen. En este sentido, la
creación de un diseño simétrico sería aquel que se produce cuando al dividir una composición en dos partes
iguales, existe igualdad de peso en ambos lados y no se encuentran elementos
que sobresalgan más que el resto en importancia y peso. Por su contra, la
creación de un diseño asimétrico sería aquel que se produce cuando al dividir una composición en dos partes
iguales, existe desigualdad de peso en ambos lados y se encuentran elementos
que sobresalen más que el resto en importancia y peso. Por tanto, mientras el
equilibrio simétrico trasmite sensación de orden y sosiego, su contrario nos
induce a la agitación, tensión, pero al mismo tiempo transfiere dinamismo,
alegría y vitalidad.
La composición visual, organización de los
elementos que forman el conjunto de la imagen con el fin de obtener un efecto
de unidad y orden, puede verse, según el lenguaje visual, bajo distintas formas, reposada o dinámica. En el caso de la primera, los elementos son constantes,
simétricos, rectos, se dirigen hacia el centro, completos, centrados. En el
caso de la segunda, son inconstantes, asimétricos, oblicuos, se alejan del
centro, incompletos y descentrados. En el trabajo que nos ocupa, algunos ejemplos
de las fotos ilustran estos principios de la composición reposada.
En cuanto a la
metonimia cabe considerar que es una
herramienta de la retórica visual que obedece a ciertas leyes donde se
substituye un objeto por su utilización … es decir, una metonimia visual es una imagen simbólica que se utiliza para
representar una síntesis o referencia de algo que tiene un significado más
amplio y preciso; tal es el caso de
la cruz que se usa para representar una iglesia, el cáliz con la serpiente que
simboliza farmacia, sustituir a la obra por el autor,
el producto por el lugar donde se produce o el objeto por su utilización; el espectador establece, por asociación,
una conexión intrínsecamente vinculada entre la imagen y el tema en cuestión:
causa/efecto, contenedor por contenido, símbolo por cosa simbolizada, lugar por
lo que en él se produce, objeto poseído por poseedor … etc.
Las imágenes
son un recurso de comunicación visual muy importante ya que su contenido es
capaz de transmitir mensajes donde muchas veces los textos no logran sus
objetivos o simplemente refuerzan o extienden lo que las palabras necesitan
transmitir. Pero la imagen no depende de lo escrito, es auto suficiente porque
en ella se sintetiza cualquier pixelización de la realidad mundana. Somos entes
abstractos, aunque biológicos y psíquicos, pero en cuestión de lenguajes somos
primarios, usamos los mecanismos que ancestrales usaron pero con añadidos
distintos; seguimos pintando, aunque en lugar del pincel usamos el aerógrafo,
el lápiz óptico o en la pantalla táctil; en el fondo seguimos pintando. Lo
mismo ocurre con las imágenes, antes se construían los films sobre placas de cristal
bajo complejos procesos químicos; luego vinieron las películas, ahora hablamos
de tarjetas gráficas y archivos. Antes se ajustaban las imágenes con lápices,
anilinas, óleos, pigmentos especiales, luego vino el trucaje de laboratorio, y
actualmente Photoshop convierte lo
irreal en real o posible. De todo ello
se deduce una cosa y es que aunque se usen diferentes y sofisticadas tecnología
la necesidad de plasmas, de expresar, de transmitir, de congelar, de perdurar y
comunicar. Somos entidades esclavas de la necesidad y el tiempo es el vehículo
que nos permite recordar y avanzar. Y ante la necesidad el ser humano siempre
busca nuevos caminos donde crear, expresar y analizar.
Fotos, diseños gráficos y texto Carlos Flaqué Monllonch