Andar con la cámara móvil BQ Aquaris E5 G4 puesta
en el bolsillo, de manera que tan sólo asome el objetivo, es
un experimento fascinante que muchas veces da resultados muy
sorprendentes. Cuando menos lo esperas, el roce de su sensible botón de
disparo, junto al propio movimiento del cuerpo, hace que la cámara tome
imágenes abstractamente originales. Su belleza depende del lugar por donde se
mueve el autor, la luz que exista y la perspectiva que tome la imagen fortuita
en sí. Todo un juego gráfico, perversamente atractivo que llamo “movepics”.