El Cielo es el espacio donde reside parte de la atmósfera que vemos sobre nuestras cabezas.
Los astrónomos definen ese espacio como una gigantesca bóveda imaginaria que contiene elementos como el Sol, las estrellas, los planetas, los satélites, las galaxias y las constelaciones. Mitológicamente hablando, el cielo es el hogar de los dioses y musa de artistas, sea cual sea su disciplina. Los metereólogos se refieren al cielo para describir la zona gaseosa más densa que existe en la atmósfera de un planeta, en nuestro caso, la Tierra.
Digan lo que digan, unos y otros, el cielo es una auténtica pasada, es el lugar donde más veces solemos levantar la vista y reflexionar sobre nuestros sueños y quizás sobre nuestros orígenes. El cielo, además, es el símbolo de muchos enigmas de nuestra historia y panacea de filosofías y teorías diversas. Es también nuestro gran miedo, nuestra gran amenaza, porque al desconocer practicamente la totalidad de su composición y dinámica, sabemos que contiene la vida, el principio y fin de las cosas, llámese Dios, energía, fuerza cósmica o antimateria. El cielo es la cuna de toda existencia.
Desde un punto de vista más físico, el color del cielo es resultado de la radiación difusa, de la interacción de la luz solar con la atmósfera. Las nubes son masas visibles formadas por cristales de nieve o gotas de agua microscópicas suspendidas en la atmósfera. Las nubes y el cielo forman un conjunto de elementos y reacciones que dispersan la luz visible generando diversas formas y tonalidades bajo un matiz de sinfonías infinitas.
Desde un punto de vista más físico, el color del cielo es resultado de la radiación difusa, de la interacción de la luz solar con la atmósfera. Las nubes son masas visibles formadas por cristales de nieve o gotas de agua microscópicas suspendidas en la atmósfera. Las nubes y el cielo forman un conjunto de elementos y reacciones que dispersan la luz visible generando diversas formas y tonalidades bajo un matiz de sinfonías infinitas.
Bretagne desarrolla unos cielos especiales, quizás porque al ser una zona cercana al océano Atlántico posee una personalidad propia donde capaz de gestar tormentas de temible intensidad y lluvias que no cesan en varios días; tras ese caos de agua, sonido y electricidad, amanece la luz y la paz, el color y los contrastes, las texturas se realzan y los tonos invaden los cielos. Les Cieux de Bretagne es tan sólo una pequeñísima muestra de los que mis ojos llegaron a ver ya que en muchas ocasiones no pude retener muchas auténticas bellezas celestes causa de la conducción en carreteras con cierta peligrosidad de tráfico. Muchas imágenes fueron tomadas con la compacta de bolsillo sacando la mano por la ventanilla de la autocaravana. Como bien dice el titulo de una famosa película ... El cielo puede esperar pero la vida siempre está en continuo movimiento y a veces es imposible detenerla para eternizar la belleza.
Photos by Karl Flaqué Monllonch
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Les Cieux de Bretagne (France), september 2010
